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May

2021

Recientemente el INEI publicó su informe de pobreza monetaria del 2020. En este, se estima el número de personas que tienen un gasto por debajo de la línea de pobreza. Además, se calcula si la situación de quienes se encuentran en esta categoría ha mejorado o empeorado (intensidad).

Por Germán Vega. 17 mayo, 2021.

Recientemente el INEI publicó su informe de pobreza monetaria del 2020. En este, se estima el número de personas que tienen un gasto por debajo de la línea de pobreza. Además, se calcula si la situación de quienes se encuentran en esta categoría ha mejorado o empeorado (intensidad).

En ediciones anteriores, el resultado era contundente. Se observaba una reducción, tanto de la pobreza como de su intensidad. Sin embargo, el reporte de este año muestra que 10% de la población entró a la categoría de pobreza el año pasado. Esto implica que ahora la pobreza representa el 30% de la población, nivel similar al del año 2010. La razón: la pandemia y las medidas restrictivas que le siguieron.

Si analizamos un poco más lo números, podemos observar que mientras el gasto promedio cayó en 16%; el ingreso promedio lo hizo en 21%. Estas caídas son mucho más acentuadas en el 10% más pobre: 33% en el gasto y 55% en el ingreso.

Algunos economistas han estimado que los bonos y otras ayudas directas evitaron un peor escenario. Pero, es innegable que han empeorado las condiciones de la población más vulnerable.

De cada 100 puestos de trabajo formales, solo 8 son ocupados por personas pobres. Y, del total de pobres que trabajan, solo 6,3% lo hacen en empresas grandes, las cuales son las más productivas. Por lo tanto, tomará un tiempo antes de que la recuperación económica alcance a estos sectores.

Por esta razón, si bien el nuevo gobierno debe seguir impulsando las políticas a nivel macroeconómico que han permitido una mejora continua en los años previos al 2020, también deberá enfocarse en los problemas estructurales que dificultan llevar ese crecimiento a los sectores de menores ingresos. Para ello, sería importante pasar de un enfoque de pobreza monetaria a un enfoque de pobreza multidimensional, centrado en satisfacer las condiciones básicas de cada persona.

En la actualidad, solo la mitad de las personas, que están en la categoría de pobreza, tienen acceso a un desagüe por red pública. Además, debido al tipo de trabajo que ejercen, deben trabajar más horas y desplazarse más para obtener ingresos suficientes. Y, ni hablar del acceso a educación y salud de calidad.

Sería un error si la ayuda se centra en transferencias directas. Las personas de menores ingresos están muy por debajo de un nivel de bienestar que permita la salida definitiva de esta categoría.

Necesitamos un plan organizado que apunte a solucionar las principales carencias de la población vulnerable y permita la inclusión de todos en el libre mercado. El país no puede esperar más.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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